Todos en nuestra intimidad necesitaríamos hacernos esta observación: ¿Qué significa para mí morir? ¿Un final, acabar, empezar, trasmutar, seguir, continuar…? esta es una reflexión muy importante que hemos de hacernos cada uno de nosotros en nuestra intimidad.
Muchos serán los factores que intervendrán en tu respuesta, si te tomas el tiempo meditativo necesario para que la respuesta se dé. En esta respuesta estarán implicados muchos factores. La mayoría corresponderán muy estrechamente con el núcleo familiar, el núcleo social, cultural y educacional en el que hemos sido educados o en el que nos encontremos transitando nuestra existencia.
Mirando la muerte es como conocemos la vida. Una vida consciente determinará una muerte consciente. Ya que muero conforme vivo.
Pensando en la muerte, enriqueceremos cada instante de la vida.
Hablar de la muerte para gozar de la vida. ¿Cómo me sitúo ante la vida y ante la muerte? Esta sería la siguiente reflexión. Es imposible saber vivir sin entender la muerte. Y para ello he de estar bien situado.
La vida requiere hacernos conscientes, y de ahí deriva todo aquello que necesitamos para enfrentarnos a ella, aspectos como la responsabilidad, la madurez, el compromiso, la gratitud, el saber perdonar…. ¿Cuántos estamos dispuestos? NO es fácil, más bien es pesado, lo fácil es la comodidad de pasar por ella sin involucrarnos, vivir desde la orilla, desde el umbral, vivirla a través de juzgar las acciones de los demás, de cómo éstos deberían hacer las cosas….eludiendo tomar las riendas de nuestra propia vida.
El camino de la vida requiere dejar morir a cada momento aspectos nuestros, las partes difíciles de mi vida, dejarlas ir, esta es la puerta a la responsabilidad personal, y vamos aprendiendo desde ya, a morir, a familiarizarnos con este momento. Pequeñas pérdidas, cada una de las cuales representan una “muerte” y nos recuerdan la última despedida. En este sentido cuando la muerte física llega, el proceso será más fácil, estaremos más entrenados, maduros y capacitados. Un aprendizaje que nos lo da cada experiencia vivida plenamente.
Parte de estas pequeñas muertes, pueden corresponder a sueños, proyectos o anhelos no conseguidos. En el trayecto de la vida seguimos perdiendo, perdemos nuestra infancia, luego la adolescencia, vemos como nuestro cuerpo va perdiendo su firmeza, o su brío, o sencillamente como va cambiando, transformándose, pues él mismo experimenta la muerte y/o transformación de sus células. Desde esta perspectiva, no se puede negar que la muerte nos acompaña desde el nacimiento; ambas son inseparables, no podemos concebir la una sin la otra. Vida y muerte que se alternan..
privemos a la muerte de su extrañeza, frecuentémosla, acostumbrémonos a ella; no tengamos nada más presente en nuestros pensamientos que la muerte. No sabemos dónde nos espera la muerte; así pues, esperémosla en todas partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre que ha aprendido a morir, ha desaprendido a ser esclavo. -Montaigne