Hoy quiero exponer un testimonio que nace en respuesta al desasosiego, a la angustia y al desaliento que la Sociedad actual está experimentando en los últimos tiempos. Un testimonio que se expresa desde mi sentimiento más profundo de compartir una disciplina, la experiencia meditativa. Una herramienta de un valor incalculable que desafortunadamente, sigue aún distante del reconocimiento y la competencia merecida. En algunos casos fruto de una prensa equivocada, otros, de puro desconocimiento o ignorancia.
Si reparásemos en la literatura, en la historia o en la sabiduría ancestral que nos precede podríamos, no solo darnos cuenta de su valor, sino que podríamos, adaptándola y traduciéndola a nuestro estilo de vida actual, contar con un gran referente y un modelo de conocimiento y de salud importantes.
Un testimonio que me permito compartir y publicar pues se apoya en una experiencia personal meditativa de más de 25 años. Un largo recorrido en el que los obstáculos y sinsabores, en todo su abanico de tonalidades, no han faltado. Sin embargo también me gratifica afirmar que la perseverancia, la voluntad y disciplinas diarias me acompañaron, y para aquellos momentos de mayor dispersión, fui entrenándome en una extraña capacidad de retorno, una y otra vez, volver y volver. A pesar de la incomodidad, el dolor, el abatimiento de muchos momentos, sentada tras sentada, la práctica de la meditación se fue instalando en mi tanto como yo en ella. Una mirada interna que una vez integrada, como un sendero, conduce a lo profundo de la Presencia. Un sentimiento de naturalidad, quizá de haber nacido para encontrarme con mi Verdad y en algún momento disolverme en ella.
Este camino me ha bendecido con regalos muy especiales, a todos los niveles, físico, mental, emocional, así como de un sentimiento de Paz y serenidad que no es posible conceptuar. Y del regalo de la magia de compartir con otros este trayecto que, como un bálsamo me rocía de gratitud y alegría.
Había oído decir a algunos profesores Zen que la meditación es estar dispuestos a morir una y otra vez, y allí estaba: a medida que cada espiración salía y se disolvía, había una oportunidad de morir a todo lo anterior y nacer al presente.
Si quieres oír cantar a tu Alma, haz el silencio a tu alrededor. A,Graf