Creo que pocas personas habrían pensado que una práctica tan aparentemente inocente como la meditación resultaría una medicina tan beneficiosa, una sorprendente fuente de energía y más aún, para estos tiempos convulsos actuales.
Son tantos los beneficios, ya constatados y probados incluso científicamente, que carece de toda reiteración.
Personalmente, tras una práctica constante de más de 20 años, hoy por hoy, es parte importante de mi vida. No se trata exclusivamente del tiempo que cultivamos en plena quietud y silencio meditativo formal, sino de extender este estado de ser a nuestra cotidianidad, en hacer de nuestra práctica una forma de vivir, una forma de ser y estar en el mundo. Familiarizarte con el silencio interno, con la atención despierta y amorosa en todos los momentos, independientemente de lo que se esté expresando, en cualquiera de las interacciones, familiares, cercanas o con extraños que se dan cada día, puede conformar un verdadero regalo para nuestra salud física y para nuestro bienestar psicológico.
La meditación es un bálsamo de sencillez y la esencia de cualquier transformación. Es un estado de presencia que nos acerca más a la vida. Enseñándonos a “darnos cuenta” porque darnos cuenta es sencillamente vivir! Dejar de pasar de puntillas por la vida para sumergirnos plenamente en ella.
Comienza hoy, unos minutos serán el inicio de un camino de plenitud.