Acerquemos hoy nuestra atención hacia nuestro ritmo acelerado, ese ritmo que se ha instalado en nuestras vidas convirtiéndose en parte de ella. Nos hemos habituado a este estado y sin darle la importancia que merece, lo consideramos normal, asumiendo que somos parte de una sociedad competitiva y veloz que nos exige participar como iguales. Tanto nos hemos insensibilizado que apenas alcanzamos a verlo y por tanto, aún menos, sabemos cómo afrontarlo.
Empecemos sencillamente permitiendo que las cosas sean y se desplieguen a su propia manera, observando, ralentizando nuestros momentos, instalando un esfuerzo sin esfuerzo. Aportando calma y serenidad y permitiendo que aflore esa nueva capacidad que nos permite actuar más allá de toda técnica, más allá de todo esfuerzo, más allá de todo pensamiento.
Es entonces cuando esta acción se convierte en una expresión pura del arte, de ser, de soltar toda acción, de estar presentes. Una fusión de cuerpo y mente en movimiento. Es entonces cuando actuamos, creamos realmente, es entonces cuando emerge de lo profundo de nuestro interior la verdadera belleza y despierta nuestra creatividad.
Como al contemplar una actuación magnifica en el ámbito de la danza, la música, el arte, nos emocionamos, compartimos la magia de la auténtica y verdadera maestría, nos elevamos, aunque sólo sea por un instante y somos partícipes, quizás, del propósito de cada uno de nosotros.
En nuestro estar presentes podríamos alcanzar tales momentos de gracia y armonía al vivir nuestras propias vidas “ Aquí y Ahora”.
….pretendemos hacer que el rosal crezca más deprisa, tirando desesperadamente de sus hojas….
Matew Ricard